Qué es la Homeopatía
La Homeopatía (del
griego homeos- semejante, de la misma naturaleza y pathos– enfermedad) es un método terapéutico que trata de restablecer
la salud de una forma suave y respetuosa con los procesos naturales. En
contraste con los métodos médicos convencionales, que se sitúan en la lucha con
los “antis” como armas: anti-térmicos, anti-bióticos, an-algésicos… la
Homeopatía apuesta por la capacidad autorreguladora de todos
los organismos vivos.
El propio Pasteur,
que tanto contribuyó a la Medicina desde sus aportaciones a la química y la
microbiología, en su lecho de muerte reconocía que “... el germen
no es nada, el terreno es todo”.
El médico alemán Christian
Friedrich Samuel Hahnemann (1755-1843), padre de la homeopatía
moderna, defendió que las enfermedades “tienen unas características
específicas asociadas a las características propias de la persona que las
padece”.
El individuo que enferma
es inseparable de su enfermedad, y la forma en que ésta se expresa es vivida de
forma única y subjetiva desde el propio sentir peculiar del
sujeto . Esta subjetividad, despreciada por la
racionalidad científica clásica y re-descubierta por la física cuántica, es una pieza clave para la
comprensión de los procesos humanos, y es el foco del homeópata,
que considera cada caso de forma individual.
El instrumento diagnóstico principal del homeópata es la escucha activa, siendo recogidos de forma detallada los síntomas físicos, emocionales y otras circunstancias vitales que caracterizan la forma de expresarse del paciente ante la enfermedad que le aqueja.
El instrumento terapéutico es el remedio homeopático, que se prepara a
partir de sustancias minerales, vegetales o animales, cuyas propiedades han
sido ya experimentadas en voluntarios sanos. Su elección particular para
cada paciente, está basada en lo que se conoce como 'ley de los
similares' (similia similibus curantur o “lo similar se
cura con lo similar’”), que establece que para curar una enfermedad y hacer
desaparecer los síntomas con los que se manifiesta, es preciso usar una
sustancia capaz de provocar los mismos síntomas en una persona sana. Estas sustancias
se usan en dosis ultradiluidas en agua, evitando así potenciales
efectos adversos y paradójicamente, aumentando su potencia terapéutica a medida
que aumenta la dilución.
Sonia Núñez
@medicaenlafrontera
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